Fallece el empresario salvadoreño que desarrolló una exitosa carrera en Grupo Salume y tuvo gran influencia en la vida política de su país.
Este gran pionero, que creó el primer supermercado en El Salvador, falleció el 12 de diciembre pasado, a los 87 años de edad.
Nicolás Salume Barake desarrolló una gran carrera en el mundo empresarial junto con su hermano Adolfo, su socio.
A continuación reproducimos la entrevista que el empresario le concedió a Vida y Éxito en noviembre 2011.
“El Gran Arquitecto me guía”
El salvadoreño Nicolás Salume se distingue por su exitosa trayectoria empresarial tras Grupo Salume y una labor filantrópica que no conoce límites. Este año ha sido nombrado Primer Designado de la Presidencia de la República.
Entre sus conocidos le llaman Rey Midas. Tal es el triunfo que ha acompañado siempre sus acciones. Nicolás Salume achaca su buena mano para los negocio al “Gran Arquitecto”. Este salvadoreño, descendiente de palestinos, también ha sabido llevar el éxito a la extraordinaria labor social que ha desarrollado en su país en las áreas de la salud y la educación, principalmente.
Como él mismo subraya su filantropía tiene unas fuertes raíces fundamentadas en la masonería. Nicolás Salume, el mayor de 8 hermanos –4 varones y 4 mujeres–, es desde hace 15 años el Gran Maestro de la Gran Logia Cuscatlán, el grado máximo que se puede alcanzar entre los masones.
En el mundo empresarial, se destaca por haber desarrollado una gran carrera junto con su hermano Adolfo, su socio. De Grupo Salume, ha nacido la exitosa cadena de comida rápida, Biggest, con 36 restaurantes en El Salvador y presencia también en Guatemala, además de los restaurantes Pizza Nash y Mr. Donut. También Comersal, gran comercializadora de alimentos.
Nicolás Salume fue un gran pionero en El Salvador cuando al inicio de los años 50 creó el primer supermercado del país en su ciudad natal, Santa Ana. Aquella aventura comenzó con apenas una treintena de trabajadores. En la actualidad, en Grupo Salume emplea a 3.000 personas, la mayoría de ellas mujeres cabezas de familia.
La segunda y la tercera generación de los Salume continúan con el desarrollo de los negocios familiares.
Las paredes de las oficinas de Grupo Salume están vestidas con los numerosos reconocimientos que ha obtenido Nicolás Salume a la largo de su vida. Un bulevar en Santa Ana lleva su nombre, como hijo meritísimo de la ciudad. También ha sido reconocido como noble hijo de El Salvador, en el 2006, por la Asamblea Legislativa y con el Premio Nacional de los Derechos Humanos. El Club Rotario Santa Ana le nombró Ciudadano Distinguido con proyección social 2006-2007.
Y en junio de este año ha recibido el mayor reconocimiento a su carrera, al ser nombrado primer designado de la Presidencia de la República, propuesto por el presidente, Mauricio Funes, con el beneplácito de toda la Asamblea Legislativa.
Para Salume, se trata de “un gran honor”. “El presidente Funes es muy amigo mío. Me quiere tener cerca y con mucho gusto le voy a ayudar, dándole mis puntos de vista. El país necesita mucha ayuda”, reflexiona el empresario.
Nicolás Salume es un viajero incansable. Al menos tres veces ha dado la vuelta al mundo. Ha viajado en cinco ocasiones a Australia, donde reside una de sus hijas. Este año se cumplen seis décadas de su matrimonio y, para celebrarlo, su esposa, Gloria, y él harán un crucero.
Ha formado un emporio empresarial empezando desde abajo. ¿Se siente satisfecho de su trayectoria?
Sí. Fui el primero que puso un supermercado en El Salvador. Tenía 25 años.
El Supermercado Salume abrió sus puertas en 1952. Su esposa, Gloria, y su hermano Adolfo le acompañaron en aquella aventura. ¿Cómo surgió esa idea novedosa?
“Me casé en 1951 con mi señora, Gloria, y me fui de luna de miel a San Francisco, porque allí vivían dos de mis hermanos. Me conecté con muchos exportadores. Conocí los supermercados y me traje la idea a El Salvador. Construí el supermercado en la ciudad de Santa Ana. Fue un éxito.
Mi hermano Adolfo estaba estudiando en Estados Unidos y le dije que viniera para que montáramos un negocio juntos. Nos trasladamos a San Salvador y en 1965 llegó Comersal (Comercializadora Salvadoreña). En 1968, abrimos el primer restaurante Mr.Donut y, en 1972, el primer Hardee’s, que después se convirtió en Biggest, nuestra marca propia. Después, en 1985 comenzamos con Pizza Nash.
¿Se imaginó, entonces, que llegarían a ser competidores de una gran cadena internacional?
Aprendimos mucho de Hardee’s cuando teníamos la franquicia para El Salvador, Centroamérica y Panamá. Después, cuando con la guerra la cadena decidió irse por el peligro, pasamos a gestionar nosotros nuestros restaurantes. Así nació Biggest. El nombre surgió de una encuesta que hicimos con estudiantes universitarios. Fuimos creciendo y, prácticamente, somos los líderes, con 36 restaurantes. También tenemos 2 en Guatemala y vamos a abrir 5 más.
La mayoría de sus trabajadores, alrededor de 3.000, son mujeres.
La mujer salvadoreña es muy responsable, trabajadora y leal. En los restaurantes, el 98% son mujeres.
¿Cómo conoció a su esposa, Gloria Isabel Babun?
Gloria tenía 17 años cuando nos conocimos, yo, 24. La primera vez la vi en una fiesta del Centro Palestino, ya desaparecido. Llegó con sus padres y hermanas. Le conversé a mi tío Jacobo sobre ella y fuimos a hablar con su padre, Félix, que también era palestino, y así nos hicimos novios. A los tres meses nos casamos.
Sus tres hijas mujeres viven fuera de El Salvador. ¿Es difícil reunir a la familia Salume Babun?
Hellen vive en Miami; Miriam, en San Francisco y Ruth, en Melbourne. Ruth fue a estudiar a Oxford y allí conoció a su esposo australiano.
No es fácil que nos reunamos todos pero a la boda de mi nieto Nico [celebrada recientemente] vienen todas mis hijas, vamos a estar todos juntos.
Su padre, Abraham Salume, de origen palestino, ¿cómo llegó a El Salvador?
Había nacido en Belén, era constructor. Con pasaporte turco, llegó primero a Colombia, donde tenía familia, y después se trasladó a El Salvador. Aquí se dedicó al comercio. Después regresó a Palestina para casarse y con su esposa volvió a El Salvador.
Con 10 años le enviaron a Jerusalén, ¿cómo vivió aquella etapa?
Tras estudiar primaria en el Colegio San Francisco, de Santa Ana, mi padre me envió a Palestina para que me conociera mi abuelo, llamado también Nicolás. Estuve interno en un colegio, el Tierra Santa College, en Jerusalén, durante 10 años. En todo ese tiempo no viajé a El Salvador. Cuando llegué no hablaba nada de árabe, me llamaban “El Americano”, y ya entonces me buscaban para que mediara en los conflictos en la escuela. Después continué mis estudios en la Universidad de Oxford, en el Reino Unido.
¿Cómo vive el conflicto de Oriente Próximo?
No estoy de acuerdo con esa guerra. El fanatismo es dañino para la humanidad. He regresado en dos ocasiones a Palestina, es muy diferente de la Palestina que conocí cuando viví allí.
Admiro a los israelíes. El embajador de Israel de El Salvador es muy amigo mío, todos lo han sido.
¿Qué significó la irrupción de la guerra en El Salvador en su vida familiar y empresarial?
No salimos huyendo, como hicieron muchos empresarios, que se fueron a Estados Unidos. En Guatemala, pusimos una fábrica de fósforos y continuamos con los negocios.
Lleva a El Salvador dentro de su corazón. ¿Cómo lo describiría?
Es un país único en el mundo, aquí se puede vivir muy bien siempre y cuando uno trabaje honestamente. Como yo le digo a el presidente Funes, es un paraíso.
Con la creación de la Fundación Nicolás Salume e Hijos aún ha potenciado más su labor social. ¿En qué proyectos están centrados?
En estos momentos, estamos ayudando al hospital Benjamín Bloom, que es para niños de hasta 12 años. Colaboramos en la adquisición de medicinas.
También tengo una escuela, República de Turquía, en Metapán, Santa Ana.
Tengo a mi cargo a una familia de una viuda ciega con siete hijos, y anualmente ayudo a una niña ciega con sus gastos para la escuela.
¿Cómo fue que se convirtió en cónsul de Turquía?
Había un cónsul honorario y murió. Después vino el embajador de Turquía de México a presentar su carta credencial, y entonces la Cancillería me nombró edecán para atenderle. Él me ofreció el cargo y acepté.
Es el presidente del Club Árabe Salvadoreño. ¿Cómo lo encontró y cómo está en la actualidad?
Hace 15 años que lo presido. El terremoto de 1986 había tirado el salón grande y el terremoto del 2001 volvió a afectar las instalaciones. Lo agarré quebrado, lo reconstruimos y lo aseguré.
La comunidad árabe es bastante numerosa en El Salvador. Salvador Simán, ya fallecido, de Almacenes Simán, fue quien hizo el club, que se llamaba Club Social El Prado. Somos más de 700 socios.
La masonería es su gran pasión.
Soy masón desde hace 50 años, tengo el grado 33, que es el último de la masonería. Soy el Gran Maestro de la Gran Logia. Cuscatlán desde hace 15 años. La Gran Logia Cuscatlán va a cumplir 100 años en el 2012.
Aprendí mucho de la masonería, por eso me gusta hacer mucha caridad, se enseña ayudar al prójimo.
¿Cómo se introdujo en ella?
En Santa Ana fui iniciado en la Logia Sihuatehuacan, la número 1 de Santa Ana. Los masones hacían el bien para la humanidad y me gustaba: no es religión, no es política; es una institución benéfica para ayudar. Los masones colaboran en todo el mundo.
Por eso me involucré en la reconstrucción del hospital San Juan de Dios de Santa Ana, es prácticamente el más grande de la República, tiene 80 manzanas. Todos mis hijos nacieron en Santa Ana y dos de ellos, Eduardo y Ruth, en ese hospital. Primero reconstruimos el área de maternidad; las madres estaban tumbadas en colchonetas en el suelo. Los masones de Estados Unidos nos donaron 660 camas.
¿Cómo se alcanza el grado máximo en la masonería?
Estudiando, tengo gran cantidad de libros. He recorrido como masón Alemania, España, Italia, Reino Unido, Estados Unidos, Sudamérica…
¿Hay más masones entre los Salume?
Mi sobrino Adolfo. Y mi nieto Nico también quiere ser masón.
El Club Shriner Internacional (organización con origen en Nueva York, fundada por masones), del que es presidente honorario en El Salvador, le ha ayudado mucho en su labor social.
El Club Shriner, que lo forman solo maestros masones de tercer grado (primero está el aprendiz, en segundo lugar, el de compañero, y en tercero, el de maestro), me ha ayudado mucho. Ellos tienen hospitales en EE. UU., Canadá y México.
Y se está pensando en construir un centro hospitalario en Panamá para facilitar los traslados de los niños quemados, lisiados o con labio leporino.
Hace unos meses vinieron 25 médicos voluntarios estadounidenses a El Salvador a operar a menores.
¿Por qué no le ha interesado meterse en política?
Porque yo soy empresario. En lo que estoy muy interesado es en la integración centroamericana. Hace 17 años que estoy trabajando en eso, he preparado dos documentos al respecto, y tengo casi listo otro. Mi intención como masón era integrar Centroamérica. Seríamos 40 millones de habitantes.
¿Si vuelve la vista atrás, con su sabiduría actual, hay algo que le gustaría hacer de manera diferente?
No. Haría lo mismo. A nivel empresarial ha sido todo excelente, siempre me ha ido bien, con la bendición de Dios.
¿Será por eso que le buscan para resolver conflictos?
Sí, un montón de gente, especialmente políticos. Les he dado consejos para que no se peleen, eso destruye, en lugar de construir. No engaño a nadie. Siempre doy mi punto de vista como empresario.
Dicen que es meticuloso con los gastos. ¿A ello se debe su fortuna y éxito en los negocios?
El Gran Arquitecto me da la luz y me guía.
¿El mejor socio es un ser querido?
Sí, mi hermano Adolfo. Hace 50 años que somos socios, entre los dos hemos hecho este imperio, esta fortuna.
¿Nicolás Salume no sabe lo que es el odio?
No. No odio a nadie y considero que tengo muchos amigos y ningún enemigo. Nadie habla mal de mí.
¿Siempre escucha la voz de la conciencia?
Sí, es muy importante.
Dice usted que fue el maestro (hasta los 10 años), el padre (hasta los 20) y ahora el amigo de sus hijos, ¿esta última etapa es la más complicada?
Esto tiene que ver con el código moral masónico. No, ninguna etapa ha sido complicada.
¿Qué es lo que desea transmitir a sus nietos y bisnietos?
Les voy a guiar siempre que Dios me dé vida e inducirles para que hagan negocios de forma correcta, sin trucos y sin beneficios ilegales.
¿Y a la sociedad qué legado le quiere dejar?
¡Ay! [suspira]. La integración de Centroamérica, incluyendo Belice y Panamá, la eliminación de las fronteras. Que Dios me dé vida, espero realizar mi objetivo, los Estados Unidos Centroamericanos. Tengo 17 años de trabajar en ello. Pongo de ejemplo a la Unión Europea.
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